“Pobrecito, está mal asesorado”
“Fue un acto deleznable, vil y cobarde, me cabeceó el muerto”, dijo en alusión a que el dictador lo mencionó en el caso Santucho.
Por Adriana Meyer
Los represores que decidieron empezar a hablar en los medios y ante la Justicia no aportan demasiado al esclarecimiento de los delitos de lesa humanidad que cometieron. En el juicio por la verdad sobre el destino de los cuerpos de Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga, ex dirigentes del ERP, declaró el ex general Santiago Omar Riveros, a quien el dictador Jorge Rafael Videla había señalado como quien sabía el destino de los restos de Santucho. En la audiencia que tuvo lugar en el Juzgado Contencioso Administrativo 2 de San Martín, Riveros negó tener información sobre el ex líder del ERP. En cambio, se mostró muy locuaz y atacó a Videla. “Lo que hizo fue cobarde”, dijo, pero no se refería a sus crímenes. “Pobrecito, está mal asesorado”, le dedicó, entre otras frases.
A fines de abril, Videla declaró como testigo en esa investigación y reconoció que él ordenó no dar a conocer el lugar donde iban los restos de Santucho para evitar homenajes. “En esa oportunidad –dijo Videla– decidí que era conveniente que no se conociera el lugar del depósito de los restos del señor Santucho, por la expectativa que podía generar. La institución estaba viviendo una guerra y esta no era una noticia cualquiera, Santucho no era un Juan Pérez.”
Cuando le preguntaron quiénes decidieron el destino del cuerpo de Santucho, Videla mencionó a Riveros. Por eso, el juzgado lo convocó y fue interrogado el jueves, en presencia del abogado querellante Pablo Llonto, que representa a Blanca Santucho. A sus 89 años, el ex comandante de Institutos Militares, que cumple arresto domiciliario por las condenas recibidas por delitos cometidos en Campo de Mayo, se mostró en buen estado de salud. Y desplegó una llamativa verborragia, incluso en los cuartos intermedios del trámite judicial. Riveros escuchó la lectura de los dichos de Videla y respondió: “Lo que (Videla) hizo fue un acto deleznable, vil y cobarde, me cabeceó el muerto, es una mendacidad absoluta y total, yo no podía dar ninguna orden al respecto”. Al referirse al ocultamiento del cuerpo de Santucho, expresó: “Creo que a Videla lo han asesorado mal, me extraña que haya dicho eso, lo han obligado a hablar, pero no me puedo hacer cargo de algo que no hice, de un cadáver que no tenía, yo supe por la radio que habían matado a Santucho, fue una operación encubierta de Inteligencia, el capitán (Juan Carlos) Leonetti dependía de Videla”.
Sin embargo, Riveros admitió haber visto el cadáver de Santucho. “Me dijeron que era de Santucho, estaba muy pálido”, describió sobre el cuerpo que vio en la morgue del hospital militar de Campo de Mayo. Y se jactó de que “si Videla me hubiese dicho que hiciera desaparecer ese cuerpo me hubiera dado el lujo de decirle que no”, porque esa era una atribución que tenía por ser general. Y relató que durante una visita a Libia, en 1975, se negó a que allí realizaran un homenaje a Juan Domingo Perón. Antes había contado que cuando era estudiante pintaba consignas “antifascistas”, y que en su opinión Perón era “un dictador”. Casualmente, el día de la declaración, Videla y Riveros coincidieron en el mismo vehículo del Servicio Penitenciario. “Me dijo que quizá me llamaban a declarar, pero no mencionó que me había nombrado”, se quejó el represor.
Según relató Llonto a Página/12, Riveros seguía hablando aun cuando corregían su declaración. “Si dicen que yo, como comandante de Institutos Militares, tenía que manejar todas las escuelas del Ejército, y a su vez luchar contra la subversión, entonces yo era como Napoleón”, comentó ante la mirada azorada de los empleados del juzgado. “Una vez (Roberto) Viola me llamó para preguntarme si yo le había dicho a Videla que él era puto, y le dije que no, que había votado en su contra porque no lo consideraba capaz de ser Presidente”, fue otra de las anécdotas que relató.
“Fue un acto deleznable, vil y cobarde, me cabeceó el muerto”, dijo en alusión a que el dictador lo mencionó en el caso Santucho.
Por Adriana Meyer
Los represores que decidieron empezar a hablar en los medios y ante la Justicia no aportan demasiado al esclarecimiento de los delitos de lesa humanidad que cometieron. En el juicio por la verdad sobre el destino de los cuerpos de Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga, ex dirigentes del ERP, declaró el ex general Santiago Omar Riveros, a quien el dictador Jorge Rafael Videla había señalado como quien sabía el destino de los restos de Santucho. En la audiencia que tuvo lugar en el Juzgado Contencioso Administrativo 2 de San Martín, Riveros negó tener información sobre el ex líder del ERP. En cambio, se mostró muy locuaz y atacó a Videla. “Lo que hizo fue cobarde”, dijo, pero no se refería a sus crímenes. “Pobrecito, está mal asesorado”, le dedicó, entre otras frases.
A fines de abril, Videla declaró como testigo en esa investigación y reconoció que él ordenó no dar a conocer el lugar donde iban los restos de Santucho para evitar homenajes. “En esa oportunidad –dijo Videla– decidí que era conveniente que no se conociera el lugar del depósito de los restos del señor Santucho, por la expectativa que podía generar. La institución estaba viviendo una guerra y esta no era una noticia cualquiera, Santucho no era un Juan Pérez.”
Cuando le preguntaron quiénes decidieron el destino del cuerpo de Santucho, Videla mencionó a Riveros. Por eso, el juzgado lo convocó y fue interrogado el jueves, en presencia del abogado querellante Pablo Llonto, que representa a Blanca Santucho. A sus 89 años, el ex comandante de Institutos Militares, que cumple arresto domiciliario por las condenas recibidas por delitos cometidos en Campo de Mayo, se mostró en buen estado de salud. Y desplegó una llamativa verborragia, incluso en los cuartos intermedios del trámite judicial. Riveros escuchó la lectura de los dichos de Videla y respondió: “Lo que (Videla) hizo fue un acto deleznable, vil y cobarde, me cabeceó el muerto, es una mendacidad absoluta y total, yo no podía dar ninguna orden al respecto”. Al referirse al ocultamiento del cuerpo de Santucho, expresó: “Creo que a Videla lo han asesorado mal, me extraña que haya dicho eso, lo han obligado a hablar, pero no me puedo hacer cargo de algo que no hice, de un cadáver que no tenía, yo supe por la radio que habían matado a Santucho, fue una operación encubierta de Inteligencia, el capitán (Juan Carlos) Leonetti dependía de Videla”.
Sin embargo, Riveros admitió haber visto el cadáver de Santucho. “Me dijeron que era de Santucho, estaba muy pálido”, describió sobre el cuerpo que vio en la morgue del hospital militar de Campo de Mayo. Y se jactó de que “si Videla me hubiese dicho que hiciera desaparecer ese cuerpo me hubiera dado el lujo de decirle que no”, porque esa era una atribución que tenía por ser general. Y relató que durante una visita a Libia, en 1975, se negó a que allí realizaran un homenaje a Juan Domingo Perón. Antes había contado que cuando era estudiante pintaba consignas “antifascistas”, y que en su opinión Perón era “un dictador”. Casualmente, el día de la declaración, Videla y Riveros coincidieron en el mismo vehículo del Servicio Penitenciario. “Me dijo que quizá me llamaban a declarar, pero no mencionó que me había nombrado”, se quejó el represor.
Según relató Llonto a Página/12, Riveros seguía hablando aun cuando corregían su declaración. “Si dicen que yo, como comandante de Institutos Militares, tenía que manejar todas las escuelas del Ejército, y a su vez luchar contra la subversión, entonces yo era como Napoleón”, comentó ante la mirada azorada de los empleados del juzgado. “Una vez (Roberto) Viola me llamó para preguntarme si yo le había dicho a Videla que él era puto, y le dije que no, que había votado en su contra porque no lo consideraba capaz de ser Presidente”, fue otra de las anécdotas que relató.