Pasea impunemente por la plaza de Santo Tomé, Ctes
Por Claudio Puntel - Una investigación de Río Bravo
Uno más y van muchos. Otro genocida, torturador, desaparecedor, entregador de jóvenes, asesino, secuestrador y golpista que vuelve a pasearse impunemente por las calles, violando la prisión domiciliaria a que fue condenado. Se trata del general retirado Ignacio Aníbal Verdura, quien todas las tardes sale a pasear como si fuera uno más del pueblo. Mientras, seguimos buscando a Julio López. Mientras, volvemos a pedir justicia por Silvia Suppo. Mientras, hay apenas un procesado por cada centro de detención que funcionó en la Argentina. Mientras, reprimen y persiguen a los que luchan en Kraft-Terrabusi y en Gualeguaychú.
La plaza San Martín de Santo Tomé (Corrientes) es un lugar apacible. Por las tardes soleadas de este invierno crudo, se llena de gente. Hay estudiantes de medicina compartiendo mates mientras hablan sobre los exámenes de esta última semana antes de sus vacaciones de invierno; madres, padres, tíos, paseando a sus chicos que corren entre los canteros, juegan a la pelota o se trepan a los monumentos; hombres y mujeres de jogging practicando aerobismo, al trotecito o caminando ligero, parejas besándose y gurises en bicicleta. Todo muy lindo, todo muy hermoso, todo muy familiar. Excepto por la aparición de un asesino suelto que se pasea entre la gente.
Asesino
El juez federal Juan José Comparato de Azul, había librado orden de detención contra el ex general Ignacio Verdura el 26 de mayo de 2009. La orden se hizo efectiva en Paso de los Libres el 17 de junio de ese año. El condenado, alegando sus 77 años de edad, solicitó la prisión domiciliaria, que le fue concedida por Comparato.
Verdura había sido Jefe de un centro clandestino en el Regimiento Tiradores Blindados Lanceros Gral. Paz, según consta en Legajo de CONADEP 2556. Está procesado por los homicidios agravados de Jorge Oscar Fernández y Alfredo Serafín Maccarini, ocurridos en Tandil en 1977, y por otras 21 privaciones ilegales de la libertad y tormentos. Los testimonios y la estructura de las zonas militares lo identifican como cabeza de todo el circuito represivo en aquella zona e inclusive así quedó expresado en el libro Nunca Más, editado por la Conadep en los años 80.
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Cuando lo vi, vestido con un equipo de gimnasia negro, la capucha gris del buzo canguro cayendo sobre la espalda y una gorrita de visera marrón, casi no lo reconocí. Está mucho más viejo y se lo ve distinto a las fotografías de los años de plomo en las que aparece uniformado. Pocos podrían reconocer a un genocida en este anciano panzón que camina encorvado. Pregunté a otras personas, quienes me confirmaron que sí, que se trataba del otrora temible general Verdura. Me dijeron que todas las tardes sale a hacer el mismo paseo. Que lo ven seguido, salir de su casa de calle Brasil al 879; a veces sólo, otras acompañado por su esposa. Que casi siempre lo ven caminar las dos cuadras por la avenida San Martín hasta llegar a la plaza principal del pueblo; dar varias vueltas a paso ligero por las veredas de la plaza y, luego, regresar por calle Mitre.
Desde el martes 13 de julio fui tres días seguidos a la plaza para verificar que fuera verdad y vi que era verdad; el paseo se repitió cada una de esas tardes. Después me enteré que el condenado, que debería estar pudriéndose en la cárcel; intenta hacer la vida corriente de cualquier ciudadano. Concurre a fiestas; a reuniones sociales y a velatorios de muertos que jamás lo hubieran invitado.
Sobre el trato en los centros clandestinos de detención, había comentado Rubén Sampini, ex – detenido que declaró en la causa por la que se imputa a Verdura: “Era un golpe, un insulto, una vejación. Era llevarte al infierno de un solo galope. Pero han pasado treinta y pico de años y la justicia llega". Cada 24 de marzo, decenas de miles de Argentinos llenamos las calles del país exigiendo juicio y castigo. Con genocidas paseándose libremente, esa justicia está muy lejos.
(http://riobravoentrerios.blogspot.com/2010/07/el-genocida-ignacio-verdura-violo-la.html)
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