Declaró Ricardo Puga, sobreviviente de la dictadura, actual diputado provincial.
Estuvo en los centros clandestinos Papagayos y D-2 y en el penal de Boulogne Sur Mer. Relató los tormentos a los que fue sometido ante el tribunal que juzga a diez represores por los casos de 24 víctimas.
”Hay infinidad de dirigentes políticos que estuvieron vinculados con la dictadura... pero no voy a mencionarlos.” La afirmación, ante el Tribunal Oral Federal N0 1 que conduce el primer juicio por delitos de lesa humanidad en la capital de Mendoza, pertenece al diputado provincial Ricardo Puga, sobreviviente de los centros clandestinos Papagayos y D-2 y ex preso político del penal de Boulogne Sur Mer durante la última dictadura. Puga declaró ayer, durante la decimooctava audiencia del juicio oral a diez represores por secuestros y torturas contra 24 víctimas, incluido el poeta, periodista y militante montonero Francisco Urondo. El coronel retirado Tamer Yapur, de 87 años, fue trasladado desde su prisión hogareña al hospital privado Español, de Godoy Cruz. El juicio continua el miércoles 19 de enero.
El actual presidente de la Comisión de Derechos y Garantías de la Cámara baja mendocina, donde integra un bloque unipersonal, detalló ante el tribunal que preside Juan González Macías las torturas que padeció durante los meses posteriores a su detención, el 13 de enero de 1976. Puga militaba en el Partido Auténtico y había acusado de poner una bomba en la casa del ex gobernador Alberto Martínez Baca al brigadier Julio César Santuccione, jefe de policía de Mendoza desde 1975 y luego símbolo del terrorismo de Estado en Cuyo.
“Me interceptó una persona que dijo ser de Investigaciones. Me pidió el documento y me llevó hacia una rural Fiat 125. Ahí aparecieron tres hombres con pelucas y me metieron en el asiento de atrás”, relató Puga. De inmediato recordó el mensaje por radio que emitió uno de los secuestradores: “Ya tenemos el paquete”.
La primera escala fue en un descampado del barrio Univev, donde lo obligaron a bajar del vehículo, lo encapucharon, lo esposaron y lo metieron en el baúl de un Ford Falcon. “Como mis manos fueron sujetadas por delante pude bajarme la venda, pero cuando se dieron cuenta me partieron los dientes de un culatazo”, añadió Puga, según registró ayer el diario virtual Mendoza Online.
En el centro clandestino Papagayos, que reconoció durante una inspección ocular en democracia, padeció la primera sesión de corriente eléctrica. “Me llevaron a una habitación y un rato después empezaron a aplicarme picana. Tomaban mate mientras yo me orinaba por la picana”, relató. También le hicieron cavar un hoyo en la tierra y lo sometieron a varios simulacros de fusilamiento.
Los interrogatorios estaban a cargo de un personaje apodado “Porteño”, al que volvería a escuchar en el D-2, el departamento de informaciones de la policía. “Por la forma de hablar y de dirigirse al resto, para mí se trató de un militar”, sugirió Puga. La pregunta que reiteraba a cada secuestrado era “¿Quién mató a Cuello?”, un policía asesinado en los meses previos.
Luego de “cinco o seis días” en el primer centro clandestino, Puga fue trasladado el D-2, por donde pasaron la mayor parte de los testigos de la causa. Allí llegó “con una costilla rota, los testículos quemados por la aplicación de picana y doce kilos menos de peso”, precisó el diputado. En la dependencia escuchó “el comentario de otro preso de apellido Sgroi acerca de que las sesiones de picana podían ser aguantadas”. Entonces “los represores escucharon los dichos, se lo llevaron y lo torturaron más salvajemente antes de tirarlo otra vez en su celda”, recordó.
Puga agregó que en el D-2 no fue sometido a picana pero sí a golpizas. “Una vez me encerraron en el baño y me pegaron. Ahí también escuché al ‘Porteño’”, destacó. La última etapa en cautiverio fue en el penal de Boulogne Sur Mer, del que fue liberado a fines de 1976. Allí el ex comisario Naman García “dio vía libre a la represión”, declaró.
Cuando el querellante Pablo Salinas le preguntó por dirigentes políticos vinculados al aparato represivo, Puga mencionó al ex concejal de Las Heras Roberto Lucas. “Me enteré que participó en un operativo como miembro de la CNU”, dijo, en referencia a la Concentración Nacional Universitaria. También recordó el caso del ex comisario Carlos Rico Tejeiro, ex subsecretario de Seguridad del gobernador Celso Jaque, y manifestó que varios de los funcionarios designados por el ex ministro Carlos Aguinaga “hicieron los cursos de lucha antisubversiva”. Ante una nueva pregunta de Salinas, abogado del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Puga admitió que “hay muchísimos dirigentes políticos que estuvieron vinculados con la dictadura... pero no voy a mencionarlos”.
Estuvo en los centros clandestinos Papagayos y D-2 y en el penal de Boulogne Sur Mer. Relató los tormentos a los que fue sometido ante el tribunal que juzga a diez represores por los casos de 24 víctimas.
”Hay infinidad de dirigentes políticos que estuvieron vinculados con la dictadura... pero no voy a mencionarlos.” La afirmación, ante el Tribunal Oral Federal N0 1 que conduce el primer juicio por delitos de lesa humanidad en la capital de Mendoza, pertenece al diputado provincial Ricardo Puga, sobreviviente de los centros clandestinos Papagayos y D-2 y ex preso político del penal de Boulogne Sur Mer durante la última dictadura. Puga declaró ayer, durante la decimooctava audiencia del juicio oral a diez represores por secuestros y torturas contra 24 víctimas, incluido el poeta, periodista y militante montonero Francisco Urondo. El coronel retirado Tamer Yapur, de 87 años, fue trasladado desde su prisión hogareña al hospital privado Español, de Godoy Cruz. El juicio continua el miércoles 19 de enero.
El actual presidente de la Comisión de Derechos y Garantías de la Cámara baja mendocina, donde integra un bloque unipersonal, detalló ante el tribunal que preside Juan González Macías las torturas que padeció durante los meses posteriores a su detención, el 13 de enero de 1976. Puga militaba en el Partido Auténtico y había acusado de poner una bomba en la casa del ex gobernador Alberto Martínez Baca al brigadier Julio César Santuccione, jefe de policía de Mendoza desde 1975 y luego símbolo del terrorismo de Estado en Cuyo.
“Me interceptó una persona que dijo ser de Investigaciones. Me pidió el documento y me llevó hacia una rural Fiat 125. Ahí aparecieron tres hombres con pelucas y me metieron en el asiento de atrás”, relató Puga. De inmediato recordó el mensaje por radio que emitió uno de los secuestradores: “Ya tenemos el paquete”.
La primera escala fue en un descampado del barrio Univev, donde lo obligaron a bajar del vehículo, lo encapucharon, lo esposaron y lo metieron en el baúl de un Ford Falcon. “Como mis manos fueron sujetadas por delante pude bajarme la venda, pero cuando se dieron cuenta me partieron los dientes de un culatazo”, añadió Puga, según registró ayer el diario virtual Mendoza Online.
En el centro clandestino Papagayos, que reconoció durante una inspección ocular en democracia, padeció la primera sesión de corriente eléctrica. “Me llevaron a una habitación y un rato después empezaron a aplicarme picana. Tomaban mate mientras yo me orinaba por la picana”, relató. También le hicieron cavar un hoyo en la tierra y lo sometieron a varios simulacros de fusilamiento.
Los interrogatorios estaban a cargo de un personaje apodado “Porteño”, al que volvería a escuchar en el D-2, el departamento de informaciones de la policía. “Por la forma de hablar y de dirigirse al resto, para mí se trató de un militar”, sugirió Puga. La pregunta que reiteraba a cada secuestrado era “¿Quién mató a Cuello?”, un policía asesinado en los meses previos.
Luego de “cinco o seis días” en el primer centro clandestino, Puga fue trasladado el D-2, por donde pasaron la mayor parte de los testigos de la causa. Allí llegó “con una costilla rota, los testículos quemados por la aplicación de picana y doce kilos menos de peso”, precisó el diputado. En la dependencia escuchó “el comentario de otro preso de apellido Sgroi acerca de que las sesiones de picana podían ser aguantadas”. Entonces “los represores escucharon los dichos, se lo llevaron y lo torturaron más salvajemente antes de tirarlo otra vez en su celda”, recordó.
Puga agregó que en el D-2 no fue sometido a picana pero sí a golpizas. “Una vez me encerraron en el baño y me pegaron. Ahí también escuché al ‘Porteño’”, destacó. La última etapa en cautiverio fue en el penal de Boulogne Sur Mer, del que fue liberado a fines de 1976. Allí el ex comisario Naman García “dio vía libre a la represión”, declaró.
Cuando el querellante Pablo Salinas le preguntó por dirigentes políticos vinculados al aparato represivo, Puga mencionó al ex concejal de Las Heras Roberto Lucas. “Me enteré que participó en un operativo como miembro de la CNU”, dijo, en referencia a la Concentración Nacional Universitaria. También recordó el caso del ex comisario Carlos Rico Tejeiro, ex subsecretario de Seguridad del gobernador Celso Jaque, y manifestó que varios de los funcionarios designados por el ex ministro Carlos Aguinaga “hicieron los cursos de lucha antisubversiva”. Ante una nueva pregunta de Salinas, abogado del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Puga admitió que “hay muchísimos dirigentes políticos que estuvieron vinculados con la dictadura... pero no voy a mencionarlos”.
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